Las industrias de activos lineales operan infraestructuras críticas que se despliegan a lo largo de miles de kilómetros, conectando entornos urbanos, regionales y rurales. Estas redes constituyen la infraestructura fundamental de nuestra vida diaria. Son las responsables de suministrar servicios básicos como electricidad, gas y agua, además de facilitar la conectividad y el transporte eficiente de personas y bienes.
Sin embargo, su gestión es inherentemente compleja debido a su naturaleza extensa y distribuida. Por eso, las organizaciones deben encargarse de la coordinación del complejo ciclo de vida de los activos:
- Diseño y expansión de la red en nuevos territorios
- Supervisión de obras con contratistas externos
- Conexión de nuevos clientes a la red
- Gestión de emergencias y mantenimiento preventivo
- Actualización dinámica del mapa GIS en tiempo real
En la práctica, la falta de integración entre sistemas, la comunicación deficiente entre equipos y la dependencia de procesos manuales comprometen la eficiencia de estos flujos de trabajo. Como resultado, los equipos de campo se desplazan con información desfasada o imprecisa y los cambios en los activos no se reflejan en los sistemas centrales hasta semanas o meses después, debido a la escasa integración y usabilidad. Esta situación, sumada a la fragmentación de los datos GIS entre distintas plataformas, impide obtener una visualización unificada y en tiempo real de la red.
Por ejemplo, a las empresas eléctricas les toma días integrar las actualizaciones de datos de campo tras un evento climático. Y las empresas de gas experimentan retrasos significativos en la resolución de fugas, debido a la desconexión entre los sistemas GIS y FSM. Sin mencionar los contratistas de telecomunicaciones, que se ven obligados a excavar nuevamente líneas de fibra ya reubicadas, ya que la información sobre dichos cambios no se integra en el GIS.
¿El resultado? Retrasos costosos, errores de ejecución y una visibilidad limitada entre el personal de campo y la sala de control. Las actualizaciones clave se pierden, lo que frustra a clientes y reguladores. Esta falta de precisión en tiempo real, al impedir una visión unificada y en tiempo real de la red, compromete la toma de decisiones, la seguridad operativa y la fiabilidad del servicio.